Cuando estudiaba en el Instituto Bíblico lo primero que me enseñaron fue que de nada servia tener una enorme cabeza llena de conocimientos, si dichos conocimientos no se hacían practica.
Desde entonces comprendí que en el evangelio hay muchos cabezones que a pesar de tener inmensos conocimientos de la Palabra de Dios y de la vida diaria, no viven lo que saben, ni mucho menos lo intentan poner en practica.
Y es que vivimos rodeados de personas que creen que lo saben todo, que no hay nadie que los pueda engañar, que han estudiado la Biblia y la han leído unas diez veces, que han estado en muchos Ministerios en los cuales han adquirido mucha experiencia y por lo cual difícilmente alguien podría decirles que es lo que tienen que hacer.
En este selecto grupo de personas no falta el que cuando tu quieres darle un consejo te dice: "Si, ya lo se, ya lo se”, yo me pregunto: Entonces si ya lo saben, ¿Por qué no lo experimentan?
Es difícil dar un consejo a una persona que tiene bastos conocimientos de la Palabra, no porque no se le pueda dar, sino porque el cree que lo sabe todo y que no hay nada que se le pueda decir que el ya no lo sepa.
Y es que es verdad, hay muchas cosas que sabemos, pero aun cuando las sabemos necesitamos que alguien más nos las recuerde.
LA PERSONA SABIA
Para mi, una persona no es sabia por tener muchos conocimientos, para mi una persona sabia es aquella que practica lo que sabe. Por que “sabios” hay millones, pero practicantes de la sabiduría muy pocos.
La Palabra del Señor nos muestra en Proverbios 1:7a “El principio de la sabiduría es el temor de Jehová”. Es decir que nadie se puede considerar sabio mientras no tenga temor de Jehová y cuando hablamos de temor no hablamos de ese que hace que las personas huyan por miedo de un daño, sino un temor reverencial que lleve como consecuencia la dependencia de Dios, reconociendo las palabras de Jesús en San Juan 15: 5 “…porque separados de mí nada podéis hacer”.
Pablo lo decía de otra forma en 1 Corintios 3:18 “Nadie se engañe a sí mismo; si alguno entre vosotros se cree sabio en este siglo, hágase ignorante, para que llegue a ser sabio”. Y es que el que se cree sabio a si mismo se engaña, porque mas allá del conocimiento existe una practica que viene a ser como la cereza del pastel del conocimiento y sabiduría.
Pero para rematar leamos lo que escribe Santiago en su epístola en el capitulo tres versículo trece: “¿Quién es sabio y entendido entre vosotros? Muestre por la buena conducta sus obras en sabia mansedumbre”.
EL ENGAÑO DE "YA LO SE"
Amados hermanos, no caigamos en la trampa del diablo, la cual es hacernos creer que lo sabemos todo y por lo tanto creemos que sabemos como vivir la vida cristiana. ¿Por qué no ser humildes y reconocer nuestros errores?, ¿Por qué no ser sinceros con nosotros mismos y entender que necesitamos urgentemente del Señor para subsistir en este mundo de tentaciones?,
¿Acaso el creer que todo lo se me hará mejor cristiano?
Pablo decía en la carta a los Romanos 1: 22 “Profesando ser sabios, se hicieron necios”.
Es hora de comprender que el conocimiento sin practica es vano, es una enciclopedia mas, es un libro de historia mas, pero cuando ese conocimiento va respaldado por una vida practica, es ahí en donde el verdadero evangelio esta surtiendo efecto.
Y es que el verdadero evangelio lleva la teoría y la practica de la mano, Jesús utilizaba la Palabra, pero también la ponía en practica, y ese es el ejemplo que TODOS debemos seguir.
Termino exhortándote a que dejes a un lado tus “conocimientos” y comiences nuevamente por humildad a someterte a Dios, pues Proverbios 3:7 dice: “No seas sabio en tu propia opinión; Teme a Jehová, y apártate del mal”.
Amados, del saber al vivir hay una enorme diferencia, comencemos por vivir lo que sabemos y obtendremos la aprobación de Dios.
Autor: Enrique Monterroza
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