“¡No puedo! ¡No podré nunca! Dejémoslo así”.
Tal vez no logras entender el álgebra. O por mucho que le des a la pelota, no logras meter un gol.¿Estás convencido de que nunca podrás hacer estas cosas?
Si no puedes, sencillamente no puedes, así es que ¡olvídalo! ¿Sí?
¡Claro que No!
Mira el ejemplo de un hombre que no se dejó desanimar ni convencer por otros de que era imposible.
Cuando Walt Disney, el legendario autor de muchas películas y fundador de Disneylandia, comenzó su empresa, todo el mundo le decía: “Tus proyectos no van a funcionar... Eres un soñador”. Se le presentó un obstáculo tras otro, pero él siguió trabajando y perseverando.
Walt Disney tenía la actitud de “sí puedo”. Cuando empezó a trabajar en su primer largo metraje de dibujos animados: “Blanca Nieves y los Siete Enanitos”, le dijeron que no era posible. Había demasiadas dificultades técnicas y además, según le insistieron los que conocían la industria del cine, nadie estaría dispuesto a aguantarse hora y media de dibujos animados. Blanca Nieves era “la locura de Disney”.
El Sr. Disney no perdió el ánimo por esto. Consideraba que tenía un buen plan. Creyó que podía llevarlo a cabo, y lo hizo. Lo hizo tan bien que la película produjo ganancias de ocho millones de dólares (en el año de 1938 cuando la entrada al cine valía 23 centavos de dólar para un adulto y sólo 10 centavos para un niño).
La actitud de “sí puedo” es importante en cualquier aspecto de la vida. Esto lo vi claramente en la escuela cuando dos compañeros míos tuvieron que cumplir un mismo requisito pero cada uno lo intentó con diferente actitud.
El campo de batalla era la clase de mecanografía y el requisito era escribir 40 palabras por minuto.
Uno de mis amigos no tardó en dar a conocer su opinión negativa. “No puedo... Nunca llegaré a escribir 40 palabras por minuto”, me decía.
Siempre encontraba algo que criticar. Se quejaba de las máquinas de escribir. Decía que el instructor le tenía mala voluntad. Para él, nada estaba bien. Se envenenó la mente. Se convenció de que no podría aprender... y no aprendió.
Mi otro compañero tampoco había utilizado nunca una máquina de escribir y consideró que esta materia era uno de sus grandes obstáculos. ¿Cómo era posible escribir 40 palabras por minuto? Necesitaba un plan.
Primero, decidió adoptar la actitud de “sí puedo”. Me dijo:
“Voy a dar todo lo que tengo. Puedo hacerlo, y lo voy a hacer”.
Segundo, sabía que tendría que hacer un esfuerzo especial para alcanzar su meta. Después de la clase, iba y practicaba horas enteras. Repasaba cada lección hasta dominarla.
También sabía que necesitaba ayuda para mantener el ánimo positivo y lograr su propósito. Le pidió ayuda a Dios y estaba convencido de que Dios lo ayudaría siempre y cuando él hiciera su máximo esfuerzo.
Durante los meses que estudió esta materia, conservó su actitud positiva.
Pronto su mecanografía empezó a mejorar. Al principio, sólo escribía 10 palabras por minuto, luego 20 y más tarde 30. Cuando llegó la hora del examen final, no escribió 40 palabras por minuto ¡sino 48!
La próxima vez que tengas un obstáculo, no te des por vencido. Nunca digas nunca. Concéntrate en lo positivo, no lo negativo. Haz un esfuerzo grande y pídele ayuda a Dios. Así estarás marchando hacia el éxito. ¡Tú sí puedes!
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