“Pero nosotros no somos capaces de hacer algo por nosotros mismos; es Dios quien nos da la capacidad de hacerlo”. 2 Corintios 3:5 (TLA)
Recordar nuestro pasado para muchos puede ser doloroso y quizá difícil, pero para nosotros los cristianos debería ser una razón de gozo pensar de dónde venimos y a donde hoy estamos, lo que éramos antes y lo que ahora por gracia de Dios somos.
Aquellos que no nacimos en un hogar cristiano y no tuvimos enseñanzas bíblicas de pequeños sabemos lo que es vivir sin Dios, sabemos lo que es no tener un sentido de vida, sabemos lo que es sufrir solos sin esperanza.
Los que más valoramos lo que ahora por gracia y misericordia de Dios tenemos, somos los que anteriormente sufrimos muchos y todo ello nos lleva a valorar de mejor forma lo que Dios ha hecho en nuestra vida.
Cada vez que personalmente recuerdo quien era y como vivía, pero sobre todo lo que ahora soy y lo que Dios me permite vivir, me emociona, no puedo evitar que mis ojos rápidamente se humedezcan y es que no entiendo como Dios ha sido tan bueno conmigo, con mi familia.
Recuerdo cada momento difícil que he pasado, recuerdo cada lágrima derramada por sentirme fracasado, por sentirme derrotado, recuerdo cada sentimiento que me quería llevar a pensar que no iba a lograrlo, que no saldría adelante, que mi vida se había terminado, que no había una razón porque vivir.
Recuerdo cada suceso, cada experiencia, cada palabra, cada crítica, cada burla, todo. Y no lo recuerdo como una razón para hacerme sentir mal, ni mucho menos para que mi ánimo decaiga, no, al contrario, recuerdo cada cosa y cada experiencia y veo a mi alrededor, y veo lo que Dios ha hecho y veo como Él ha cambiado mi historia y entonces, allí al ser testigo de todo, al ver como Dios ha obrado de maneras que nunca imagine, mis sentimientos florecen y mi garganta se cierra con un nudo inmenso y solo puedo decir muy emocionado: ¡Gracias Dios!
¿Sabes porque hay muchas cosas de las que escribo y te identificas?, porque yo he estado allí, porque yo sé que es vivir eso, porque a mí me ha pasado, porque he visto a Dios actuar, porque nadie me lo conto, yo lo viví y todo eso me lleva a tener la autoridad y la convicción firme de animarte y decirte: ¡Dios no ha terminado contigo!
¿Sabes porque Dios es bueno conmigo?, porque recuerdo cada día de mi existencia de donde vengo, quien fui y lo que ahora Dios ha hecho en mí, eso no permite que yo me crea más de lo que realmente soy, eso no permite que en mi exista orgullo alguno de creerme tan bueno o tan perfecto, vivo cada día dando gracias a Dios y pidiendo su ayuda en mis imperfecciones, sigo siendo el mismo imperfecto, pero con unas enormes ganas y voluntad de buscar esa perfección en Él.
No es que ya no tenga problemas, no es que no pase por momentos difíciles o críticos, no es que a veces no me sienta solo, triste o débil, sino que al ver hacia atrás, al recordar todo lo que Dios ha hecho, al ver lo que hizo y al ser testigo de su poder, no puedo más que creer que TODO ESTARA BIEN, que Dios se las ingeniara para cuidarme, para protegerme, para bendecirme, mi tarea es creer, mi tarea es buscarlo, mi tarea es estar cerca suyo, todo lo demás, es tarea de Dios.
Pueda que hoy estes enfrentando uno de los momentos más difíciles de tu vida, sin embargo te animo a seguir confiando en que Dios actuara, te animo a seguir confiando en que Dios obrara en tu vida, quizá no como imaginaste que seria, sino mejor de lo que un día pensaste, porque así es Dios.
Tus emociones y sentimientos no deben nublar tu fe ni tu confianza en Él, Dios ya hizo cosas maravillosas en tu vida y si vuelves a ver hacia atrás o recuerdas lo que antes eras, puedes con seguridad decir que Dios ha sido bueno contigo, y al mismo tiempo recordar lo que Él ya hizo te tendría que llevar a confiar ciegamente en que ¡Dios no ha terminado contigo! Y que ¡Él actuara en tú vida!
Recordar de dónde vienes y lo que ahora por gracia de Dios eres, tiene que provocar en ti un sentimiento puro de agradecimiento que como consecuencia tendría que llevarte a creer en
Él independientemente del momento o las circunstancias que estés atravesando, porque si Él lo hizo una vez, lo hará nuevamente.
Que nunca se te olvide de dónde vienes, que nunca crezca en ti el orgullo de creer que alcanzaste mucho por tus buenas capacidades o tu esfuerzo, no, todo lo que pudiste alcanzar o lograr realmente fue un logro de Dios en ti, fue algo que Él hizo, fue algo que Él comenzó en ti y que cada día está perfeccionando.
Que cada día de nuestra vida recordemos de dónde venimos y lo que ahora Dios nos ha hecho, esto es: Hijos legítimos de Él que vivimos no por vista, sino por fe.
¡Gracias Dios por lo que ahora somos en ti!
“Sin embargo, lo que ahora soy, todo se debe a que Dios derramó su favor especial sobre mí, y no sin resultados. Pues he trabajado mucho más que cualquiera de los otros apóstoles; pero no fui yo sino Dios quien obraba a través de mí por su gracia”. 1 Corintios 15:10 (Nueva Traducción Viviente)
Autor: Enrique Monterroza
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