Me impresiona en sobremanera el amor puro y perfecto de Dios para nuestra vida, y es que no hay duda alguna que nos ama y la muestra de ello es venir al mundo a morir en nuestro lugar.
Pero mientras Dios nos muestra continuamente su amor hacia nosotros, y mientras cada día somos testigos de cómo su misericordia se renueva sobre nuestra vida, de cómo Dios nos da nuevas oportunidades partiendo de ese amor que nos tienes, yo me pregunto: ¿Cómo le estamos demostrando que también nosotros le amamos?
Y es que amar no decir, sino actuar.
Estoy seguro que si te tuviera frente a mí y te preguntare: “¿Amas a Dios?”, rápidamente y sin pensarlo me contestarías: “¡Claro que lo amo!”. Y es que todos nosotros tenemos palabras bellas para referirnos a Dios, y es que el agradecimiento que tenemos hacia Él por todo lo que ha hecho y está haciendo en nuestra vida nos lleva a pensar si ningún tipo de dudas que lo amamos.
Pero amar a Dios va más allá de las palabras. Tú puedes dedicarle toda clase de frases hermosas a Dios, pero eso no significa que realmente lo amas.
Por ejemplo: Cuando estás enamorado de alguien, ¿Te basta solamente que te diga que te ama ó preferirías que ese amor que dice sentir por ti lo demuestre y no solo lo hable?
Y es que alguien puede decirte que “te ama”, pero a lo mejor te trata mal, no te respeta, no te acepta, te lastima con palabras inadecuadas o con acciones que duelen más que las palabras. ¡Eso no es amar!, cuando amas estas dispuesto a demostrarlo o por lo menos tus acciones respaldan lo que dices sentir.
¿Realmente estamos amando a Dios?, ¿Qué estás haciendo para mostrar ese amor que dices sentir por Él?, ¿Estás dispuesto a hacer lo que humanamente no quisieras hacer, solo por amor a Dios?
A veces estamos viviendo dobles o triples vidas, por una parte tenemos la vida “espiritual” en donde todos nos ven bien y casi perfectos, por otra parte esta la vida en “familia” donde pareciera que no existe ningún problema y todo es felicidad y por otra parte esta “la vida real” en donde nos encontramos solos y somos quienes realmente somos, en donde aflora aquello que bien guardamos delante de los demás, pero que delante de Dios no es un secreto.
Amar a Dios tiene que ver con ser sinceros con nosotros mismos, es vivir una vida realista delante de Dios, reconociendo nuestras debilidades, pero depositándolas en Dios, pidiendo su ayuda para que cada día seamos más conformes a su corazón, mejores personas, mejores esposos, hijos, mejores servidores de los demás, etc.
¿Amas tanto a Dios como para estar dispuesto a dejar eso que estás haciendo y que no es correcto delante de Dios?, si es así, entonces verdaderamente amas a Dios, porque no solo estas dispuesto a pronunciar que lo amas, sino también a accionar para demostrar lo que realmente sientes hacia Él.
No sé que sea lo que en este momento te está alejando de Dios, no sé qué área de tu vida se ha convertido en una atadura difícil de soltar, no sé qué es lo que pueda estarse anteponiendo a tu relación personal con Dios, pero una cosa si te puedo decir, que no hay nada ni nadie que pueda detenerte cuando realmente estas dispuesto a DEMOSTRAR el amor que tienes por Dios.
Hoy quiero invitarte a ser valiente, a saber que cuando te dispones a demostrarle a Dios lo mucho que lo amas, lo tendrás a Él de tu lado dándote las fuerzas que necesitas para tomar decisiones determinantes en tu vida, siempre que decidas agradar a Dios tienes que estar seguro que Dios estará a tu lado en cada momento y que Él no te dejara solo.
Hoy puedes tomar la decisión más hermosa y demostrativa del amor que sientes por Dios, hoy puedes decidir hacer a un lado todo aquello que lo único que te ha provocado es vergüenza delante de Dios, hoy puedes decirle con convicción y con hecho lo mucho que lo amas, ¿Cómo?, ¡Accionando! Tomando las decisiones que tengas que tomar para agradar a Dios, y eso, será una muestra hermosa del amor que realmente le tienes.
¡Amar no es solo decir, sino ACTUAR!, ¡Actúa!
“Conoce, pues, que Jehová tu Dios es Dios, Dios fiel, que guarda el pacto y la misericordia a los que le aman y guardan sus mandamientos, hasta mil generaciones” Deuteronomio 7:9 (Reina-Valera 1960)
Autor: Enrique Monterroza
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