sábado, 28 de junio de 2014

Cuatro cosas que Dios no conoce

Cuatro cosas que Dios no conoce¿Sabías que hay cosas que Dios no conoce? 

Al leer el título de este artículo probablemente pienses “Pero, ¿como es eso posible si Dios es omnisciente y todo lo sabe?” Bueno, lo es... y aún así veremos que hay al menos cuatro cosas que Dios no conoce.

¡Te invitamos a descubrirlas! 

1. DIOS NO CONOCE UN PECADO QUE NO ODIE.

Dios odia todo el pecado. ¿Porqué? Porque nos separa de él. (Romanos 3:23; 6:23

Dios odia al pecado por lo que hace en nosotros y por lo que hace a nuestra relación con él. Y qué bueno que no se quedó en Su odio, sino que decidió hacer algo para vencerlo y remover sus efectos. 

2. DIOS NO CONOCE A UN PECADOR QUE NO AME.

El amor es una de las necesidades humanas más básicas. En nuestros días se ha usado de tal manera, que ha perdido su significado real. “Amor” es una palabra de acción. Y eso fué lo que Dios hizo. El demostró Su amor enviando a Su Hijo a morir por nosotros en una cruz. (Romanos 5:8) ¿Haría usted lo que él hizo? ¿Daría usted a su hijo para que muriera por alguien más? 

No puedo pensar en nadie que lo haría. Pero Dios, en Su amor, lo hizo por todos. ¿Para qué? Para que todo aquel que en él crea, no se pierda más tenga vida eterna. CuandoJuan. 3:16 habla de perderse, está hablando de estar separado de Dios por toda la eternidad en el infierno. 

Cuando habla de vida eterna, está hablando de recibir el perdón de nuestros pecados, obtener acceso directo a Dios, y tener la seguridad de que si morimos estaremos con él para siempre. Todo lo hace disponible por Su amor. 

3. DIOS NO CONOCE DE UN MEJOR PLAN DE SALVACIÓN QUE EL QUE ES OFRECIDO.


La razón por la cual este plan es tan perfecto, es porque todo lo que necesitas hacer, es aceptarlo por fe. Todos tenemos el mismo acceso. Cualquiera que cree en lo que Cristo hizo y pone su fé él, recibirá lo que más necesita. Todo por fé. Ahora, cuando el NT habla de “fé”, esta hablando de mucho más que símplemente creer que Jesucristo existió y murió en la cruz. Esto es parte, pero no es todo. La fé que Dios requiere, es una que nos lleva a reconocer que hemos pecado, y la única opción que nos dá es arrepentirnos y darle a él control de nuestra vida. Esta es la fé que salva. (Romanos 10:9-10

4. DIOS NO CONOCE UN MEJOR MOMENTO PARA ACEPTAR SU PLAN DE SALVACIÓN QUE AHORA.


Nunca es demasiado temprano, pero cualquier momento puede ser demasiado tarde. Hay almas que darían lo que sea por tener la oportunidad que tienes hoy, de aceptar lo que Dios tiene para tí. ¿Qué necesitas hacer para aceptar el plan de salvación de Dios? 

  1. Reconocer tu condición de necesidad de Dios.
  2. Acercarte a Cristo en arrepentimiento y humillación.
  3. Poner tu fé en Jesucristo como el único que te puede salvar.
  4. Darle a Dios control de tu vida.
Hoy te invito a que si nunca has aceptado el plan de salvación de Dios, lo hagas hoy antes de que sea demasiado tarde. Las oportunidades para hacerlo se acaban cuando morimos. Hoy es el día de salvación para tí.

viernes, 20 de junio de 2014

Cómo encontrar la paz personal

Cómo encontrar la paz personal
Te has preguntado alguna vez; ¿Por qué parece estar faltando alguna cosa en mi vida?, ¿Cómo puedo encontrar sentido y propósito? ¿Cómo puedo encontrar paz para mi mente?

¿Existirá una cosa más en la vida que levantarse por las mañanas y dirigirse hasta el trabajo cada día y regresar a casa, cenar, ver televisión y levantarse al otro día, esperando con interés el fin de semana y en seguida viajar hasta la playa?

¿Es la vida sólo nacer, trabajar y morir?


Primero somos bebes recién nacidos, luego crecemos y entramos en la infancia y a la adolescencia, después pasamos de veinte y tantos a la edad madura y más tarde ya somos ancianos. Luego estamos listos para aquel lugar llamado sepultura. Un día leí lo siguiente en una camiseta: “La vida es dura y luego morimos”.

¿Cómo puedo disfrutar realmente de la vida si en cada lugar que observo hay muerte y desilusión? ¿Cómo puedo tener paz en mi vida y ser realmente feliz si yo sé, que un día simplemente envejeceré e iré directo a la tumba?. ¿Existirán millones de años llenos de alegría y felicidad con propósito y sentido en un lugar llamado eternidad? ¿Existirá allá la muerte?.

¿De dónde procede la muerte?. ¿Sería este el designio de Dios, cuando creó este mundo? ¿Programó Dios al hombre con un específico reloj biológico de tiempo de tal manera que pudiese vivir 60, 70 y 80 años, y entonces morir?.

¿Qué nos enseña la Biblia, acerca de cómo obtener la paz y cómo encontrar la vida eterna?. ¿Cómo tener la seguridad de que existe vida mas allá del sepulcro?.
El rey Ludwig II de Alemania vivió en la época del 1800, e intentó encontrar la felicidad construyendo castillos extravagantes, con costos millonarios. La decoración interna de estos castillos eran de espejos con marcos de oro, alfombras finas de Bélgica, en fin, utilizó lo más caro para darle las terminaciones. Demoró más de 12 años en terminar sus construcciones. El rey Ludwig II tuvo la oportunidad de vivir en su castillo sólo 11 días y dijo: “Fueron los 11 días más miserables de mi vida”.

El quería estar a solas, hasta sus sirvientes le incomodaban. De hecho, él no quería ver a nadie. En el magnífico comedor, instaló un ascensor, que era operado por presión a través de su pie. Así podía recibir su comida fácilmente, donde él se encontraba. Comía en completo silencio y en la más absoluta soledad, pues no deseaba ver a sus sirvientes, él era un miserable. Edificó sus castillos pero terminó su vida trágicamente, suicidándose porque sus castillos no le brindaron satisfacción.
Nosotros también construimos nuestros castillos; nuestros autos; nuestros hogares; nuestros equipos de sonido o vídeo, estos se transforman en nuestros dioses. Hasta nuestros empleos, llegan a ser nuestros dioses. Nosotros construimos nuestros castillos. Nos sumergimos en nuestros placeres, intentando la respuesta para la pregunta fundamental, ¿Cómo puedo obtener la paz en mi alma y una real felicidad?. ¿Cómo puedo saber si realmente tengo la vida eterna?.
Una vez le pregunté a mi profesora: ¿Cuánto dura la eternidad?. Ella me respondió:

Imagina una gaviota que llega a tomar una gota del océano y esta gaviota se va muy lejos y no regresa de nuevo hasta mil años después. Entonces mil años más tarde cuando está de vuelta, toma una gota más del océano en su nariz corva y se va muy lejos. Y así cada mil años esta gaviota regresa y repite esto mismo una y otra vez. Cuándo el océano se haya secado completamente, entonces será el primer segundo de la eternidad”.
Eternidad, es un largo período de tiempo. Al entender lo maravilloso que será vivir eternamente, podemos soportar los problemas de la vida, las enfermedades, como el cáncer, el Sida, angustia, las dificultades de un divorcio, podemos soportar las hambrunas que enfrenta este mundo, todo tipo de sufrimientos; porque sabemos que esto será en un corto período de tiempo, comparado con la eternidad donde viviremos con Jesús para siempre.
Las personas necesitan de Dios. He estado en selvas, las inalcanzables selvas del Brasil. Estuve perdido con nativos y salvajes, los cuales sentían una gran necesidad de Dios. En la Unión Soviética, di una charla para 3.000 científicos en un mismo salón, incluyendo algunos de los mejores biólogos del mundo. Y estos profesionales tenían una necesidad de Dios. Ellos me contaron después de la charla, que ya no creían más en el ateísmo, pues no les daba satisfacción a sus corazones.
Dios nos ha hecho con la necesidad de buscarle y encontrar identidad sólo en su presencia.
Satanás vino hasta Eva, allá en el huerto del Edén y le preguntó: Eva ¿Realmente Dios ha dicho que tú no puedes comer esa fruta?. Tú no has sido creada para estar conectada a Dios y quedar tan limitada. Tú has sido creada para hacer tus propias cosas, para tener tu propio placer, para andar en tus caminos y gustos. Así Eva tomó la fruta.

Romanos 6:16 nos dice: “¿No sabéis que si os sometéis a alguien como esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis, sea del pecado para muerte o sea de obediencia para justicia?”.

La separación de Adán y Eva de Dios les llenó de angustias y les robó la maravillosa paz de la que disfrutaban. Dios creó a Adán y Eva para que fuesen uno con Él, pero cuando ellos pecaron, ellos mismos se separaron de Dios. Lo mismo nos puede pasar a nosotros, mis amigos, separados de Dios, estamos separados de la fuente de alegría y así tristezas llenarán nuestras vidas.
Separados de Dios, estamos separados de la fuente eterna de salud y descendencias de enfermedades llenarán nuestros cuerpos.

Romanos 6:23 dice: “Porque la paga del pecado es muerte, más la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro”. Cuando Dios creó Adán y Eva, no los hizo como títeres o robots; Dios los creó con la facultad de escoger. Porque si uno priva a alguien de escoger, lo privas de la capacidad, la libertad de amar y si uno quita la libertad de amar, uno está quitando la oportunidad de ser realmente feliz.
Por eso Dios quiere criaturas que le sirvan libre y amorosamente, por eso les dio libre albedrío.
Cada uno de nosotros ha pecado alguna vez, ¿Quién podría decir que ha sido honesto toda su vida, que nunca ha mentido, nunca se ha enojado, o hecho cosas indebidas?. ¿Quién podría decir esto?. Todos nosotros hemos seguido los pasos de Adán y Eva; por eso merecemos morir. Con infinita sabiduría, los cielos idealizaron un plan de salvación para este pobre planeta.
La Biblia en 2ª de Pedro 3:9 nos dice: “El Señor no retarda su promesa, según algunos la tiene por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento”.
En 1ª de Juan 4:8 – 16 leemos: “El que no ama, no ha conocido a Dios, porque Dios es amor”.
Nosotros hemos conocido y creído en el amor que Dios tiene para con nosotros. Dios es amor; y el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él.

El Dios de amor mira por sobre este mundo en rebelión, en caos, mira por encima de sus criaturas que le han vuelto sus espaldas.
Un Dios de amor, que fue misericordioso y justo, que no empujó este planeta a lugares inalcanzables en el espacio y no le destruyó. Más bien, Él mismo vino hasta el huerto llamando con voz fuerte a Adán y Eva: ¡Adán, Eva, yo les amo!. Adán y Eva ¿Dónde están?.

Génesis 3:8 dice: “Y oyeron la voz de Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto”.
Nuestro buen Dios, dio la primera promesa del Mesías en Génesis 3:15 donde dice: “Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar”.

Dios prometió que el Mesías vendría, que enviaría a lo mejor del cielo, que Cristo dejaría la adoración y la alabanza que los ángeles le daban y tomaría sobre sí la forma humana. Jesús viviría la vida que Adán y Eva deberían haber vivido y que tú y yo deberíamos de haber vivido. Él enfrentaría la tentaciones de Satanás, pero permanecería con una vida santa, sin pecado.
Él tendría que morir una muerte que no merecía. Si yo creo en Jesús, y confío en Él, en la perfecta vida de Cristo, va a ser reconocido en mi cuenta en el cielo.
Y extendió Abraham su mano y tomó el cuchillo para degollar a su hijo, una voz del cielo le dijo, no extiendas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas nada; porque ya conozco que temes a Dios, por cuanto no me rehusaste tu hijo, tu único hijo”. Abraham confió que el Señor Jehová proveería. El cordero representaba a Jesucristo.

Seguramente pensarás, es terrible que un cordero tenga que morir. De hecho, muchos corderos inocentes tuvieron que morir. Podemos leer en Juan 1:29 lo siguiente: “Vio Juan a Jesús que venía a él y dijo: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”.
Si para un cordero era difícil morir, lo era mucho más difícil y terrible para Jesús. Jesús era el Cordero de Dios.

Cuando Cristo estaba colgado en la cruz, había vivido una vida libre de pecado, sin mancha, una vida perfecta. Así como yo confieso mis pecados, de la misma forma, sucedía en los tiempos del Antiguo Testamento, los pecadores confesaban sus pecados diciendo: Señor yo he mentido, yo he engañado, yo he robado. Ese pecado que era confesado y la culpa de ese pecado era sacado y echado lejos y borrado de los registros. Era colocado sobre el Cordero de Dios, Jesucristo. El Cordero sin pecado, que derramó su sangre en mi lugar.

Debemos creer que nuestros pecados son transferidos al Cordero de Dios, Nuestro Señor Jesucristo. Tenemos que ir a Él, confesando nuestros pecados y seremos perdonados.
Querido amigo, muchas personas quieren desesperadamente encontrar paz en sus almas. Algunos intentan encontrarlas en religiones antiguas que dicen: Si tú pecas, debes hacer algo. Deja que tu cuerpo que ha pecado sufra. Otros dicen: ¡Oh Dios! yo caminaré por encima de clavos, y mis pies sangrantes te demostrarán que lo hago en forma muy seria. Otros dicen: Caminaré entre el fuego.

Mira querido amigo, Cristo ya ha sido clavado en sus manos. Jesús ya ha derramado su sangre bajo su rostro y pies. La salvación es el regalo máximo que Jesucristo, que vivió una vida perfecta y nos la ofrece en forma gratuita.

Observemos cuán sencilla es la salvación. En Hechos 16:31 leemos: “Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo, tú y tu casa”. ¿Quisieras ser salvo?. ¿Te gustaría vivir por siempre en una tierra llamada eternidad?.
La Biblia nos dice: ... “Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo...”. Salvación en la Biblia significa un regalo.
Efesios 2:8 – 9 nos dice: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe”.

Muchos dicen: Yo necesito corregir mi vida, antes de ir a Jesús. Yo solucionaré mi problema con el alcohol; necesito devolver el dinero que conseguí en forma deshonesta. No amigo, ven primero a Jesús. Así como tú te entregas a Jesús, Él no sólo te perdonará y olvidará tu vida pasada, sino que además te dará las fuerzas para tratar tus problemas actuales.
Ven conmigo hasta el Jardín del Getsemaní y a un Monte llamado Calvario.
El mundo se estremece en la balanza. Jesús ora y llora en agonía diciendo: “Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú”.
La corona de espinas en su cabeza. El mundo se estremece en la balanza. Clavos destrozan sus manos y pies. Bajó sólo dentro de la tumba obscura.

Pero él no pudo dejarte ir a ti. Él te ama demasiado. Si no hubiese muerto en nuestro lugar, nosotros deberíamos haber entrado en la sepultura, y no hubiéramos podido salir de ella. Sin su muerte estaríamos perdidos, perdidos por toda la eternidad.
Cuando Cristo colgaba en la cruz, Él aceptó la culpa de los pecados de todos los seres humanos. El peso de esos pecados era muy grande, la culpa de esos pecados era tremenda, la obscuridad de esos pecados era terrible, que Cristo pensó en ese momento que estaba separado de su Padre. Pero para salvarnos, Él estaba dispuesto a ir a la tumba y nunca más levantarse de allí.

En mi trabajo el viajar se torna la experiencia más frecuente y agradable. Recuerdo cuando mi hijo tenía tan sólo 4 años de edad. Estaba viajando por diferentes lugares del mundo, en ese tiempo yo residía en Chicago, en esa ocasión, llegué hasta el Aeropuerto Internacional de O`Hare. Mi esposa, mis dos hijas y mi hijo, me estaban esperando para darme la bienvenida a casa. Me gusta mucho viajar y cuando se está por llegar a casa, se siente una sensación muy placentera, creo que el hogar es un lugar muy especial. Regresé después de 6 semanas de evangelismo en Europa, y mi hijo de 4 años estaría entre la multitud, esperándome. Mi hijo comenzó a decir: ¡Papá ha regresado a casa! ¡Papá ha regresado a casa!. El corrió y saltó a mis brazos y me besó diciendo: Papito, has regresado a casa.
La separación que tuvimos me trajo dolor, y eso que estuve separado de él tan sólo 6 semanas.

Jesús ha vivido desde toda la eternidad con su Padre Celestial. Él amor que ellos tenían es mucho más profundo y fuerte que el que yo tengo por mi hijo. Pero Jesús que estuvo separado de su Padre por 33 años, colgado en aquella cruz, con clavos atravesados en sus manos y con su rostro ensangrentado dijo: “Padre, estoy dispuesto a soportar la condenación del pecado, estoy dispuesto a ir a la tumba, estoy dispuesto a quedar separado de ti, ¡Oh Padre!, si tú salvas a Mark, a Patricia, Pablo, Isaac. Padre si me vas a abandonar por causa de sus pecados, yo lo acepto, pues yo les amo lo suficiente como para morir por mis hermanos”.
El amor terrenal no se compara al amor celestial. Todo lo que tengo que hacer es arrodillarme a los pies de Jesús y adorarle, si Jesús me ama tanto, si me ama sobremanera, a tal punto de estar dispuesto a quedarse separado de su Padre por toda la eternidad, lo menos que yo puedo hacer es darle toda mi vida a Él.
Romanos 5:10 dice: “Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su hijo, mucho más estando reconciliados, seremos salvo por su vida”. ¿Has estado últimamente luchando contra Dios, siendo un verdadero enemigo de Dios;

le has dado la espalda y no tienes interés en las cosas de Dios, pero ahora le quieres decir: Señor, yo vengo a ti. Señor yo quiero servirte.
Hechos 3:19 dice: “Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerios”.

Arrepentimiento significa un cambio de actitud mental. La oración de un pecador sincero dice: Señor, yo estoy arrepentido por lo que he cometido. Señor yo quiero tu perdón, yo quiero tú paz, yo quiero una nueva vida. Notemos algunos pasos simples para la salvación: el primero es:
  1. Aceptación: Aceptar el hecho de que tú no te puedes salvar a ti mismo. Aceptar el hecho de que sin Jesucristo estás perdido. Aceptar el hecho que tus buenas obras no te pueden salvar.
  2. Creer: Creer que cuando Cristo murió en la cruz, lo hizo por ti. Creer que tus pecados fueron clavados en la cruz.
  3. Confesar: La Biblia en 1ª de Juan 1:9 nos dice: Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad. Ven a Jesús y confiesa tus pecados.
  4. Decisión: Para decir que quieres ser un cristiano y poner esa decisión en su corazón. Consciente e inteligentemente quieres entregar tu vida a Dios. el Señor jamás obliga tu voluntad, te da la capacidad de escoger.

Martín Lutero, buscaba paz para su mente, y un día en cuanto caminaba por los densos bosques alemanes, comenzó una gran tormenta, rayos y truenos caían sin cesar, llovía tan fuerte que se transformó en torrentes. Era tan peligrosa la situación que Martín pensó que iba a morir. En esa dramática hora, él hizo un voto a Dios diciendo: “Dios, si tú me salvas, yo quiero ir al monasterio y hacerme sacerdote”.
Sorprendentemente, luego de terminar su oración el cielo se despejó, y él conforme a su promesa entró al monasterio y se convirtió en sacerdote.
Pensó que encontraría la paz en aquel monasterio, o en su sacerdocio, y luego la vida eterna. Ayunó por días y oró durante largas horas, pero no encontró la paz. Entonces él decidió castigar su cuerpo, de esa manera, se azotó fuertemente a latigazos. Con todo lo que hizo no pudo encontrar la paz en su corazón.
Una noche leyendo la Biblia, aprendió que el único camino para encontrar la paz era encontrando a Jesús.
En Juan 3:16 leyó: “De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda más tenga vida eterna”.

También en 1ª de Juan 1:9 leyó: “Si confesamos nuestros pecados...”. Entonces Martín Lutero confesó sus pecados y tuvo la seguridad absoluta que sus pecados habían sido perdonados y que Cristo era su Salvador.
Aquella noche cuando se fue a dormir, tuvo un sueño. En el sueño Satanás aparecía frente a él.
Vio la espantosa forma de Satanás. Sostenía un rollo de pergamino en su mano, y le mostró una lista con todos sus pecados: mentiras, codicias, engaños, falta de honradez, enojos. Satanás preguntó: Martín, ¿Estos son tus pecados?. Si lo son. Entonces Satanás preguntó: ¿La Biblia dice que la paga del pecado es la muerte?. Si, lo dice. Entonces tienes que morir, estás condenado a muerte.
Martín estaba lleno de culpabilidad, angustia y miedo. Entonces, Martín vio que Satanás apretaba con sus manos el rollo de pergamino, por lo que le dijo a Satanás: Mueve tu mano. Satanás le dice: No, no voy a moverla. Entonces Martín le dice: En el nombre de Jesucristo, mueve tu mano. Satanás movió su mano y debajo de la mano decía: La sangre de Jesucristo limpia a Martín Lutero de todo pecado.
Querido amigo, cualquier cosa que tu hayas hecho, Cristo te puede salvar, y puede perdonar tus pecados, y borrarlos. Puedes encontrar paz y salvación. En este momento Jesús quiere alcanzarte. Quieres venir y decirle: Jesús yo creo que tú me has perdonado.
En una de mis visitas misioneras, estuve en Estocolmo, Suecia. Mientras esperaba en la agencia de viaje, una señora me preguntó: ¿Ud. es pastor, cierto?. Yo dije: Sí. Entonces ella me dijo que siempre había querido hacerle una pregunta a un pastor.
La pregunta era: ¿El aborto es pecado?. Ahora pastor, yo quiero un simple sí o un no como respuesta. Antes de proceder a responder, yo le pregunté: ¿Me está haciendo esta pregunta, porque usted está embarazada y está pensando en un aborto?. No pastor, contestó ella. ¿Me está haciendo esta pregunta porque usted se hizo un aborto y se siente culpable por eso?. Ella se tomó la cabeza entre las manos y comenzó a llorar y comenzó a contarme su historia. Yo estaba casada con un hombre que me abandonó por otra mujer.

Yo le di toda mi vida, yo lo amé. Le preparé todas sus comidas. Yo fui la mejor esposa del mundo, pero él me abandonó. Entonces yo me prometí que nunca más podría confiar en alguien otra vez. Algunos años más tarde conocí a un hombre. Nos casamos. Él era de otro país, pero estaba viviendo en los Estados Unidos. Quedé embarazada de él. Yo estaba tan emocionada, ya tenía dos meses de embarazo. Entonces él me contó que era casado y que en su país tenía 3 hijos y que pensaba encontrarse pronto con ellos.

Pastor, no podía pensar en mantener su bebé, pues era el segundo hombre que me había decepcionado tan drásticamente. Entonces me hice un aborto. Esto ocurrió hace 17 años, pero cada día que pasa yo me siento más culpable.
Yo le pregunté: ¿Puedo compartir algo contigo?. Abrí mi Biblia en 1ª de Juan 1:9 y comencé a leer: “Si confesamos nuestros pecados... entonces leí nuevamente a propósito: “Si confesamos nuestros pecados, puede ser adulterio, puede ser borracheras, puede ser engaño, si nosotros confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonarnos”.
Le pregunté a ella: ¿Te gustaría arrodillarte y aceptar el hecho que cuando murió Jesús tenía los clavos atravesando sus manos y cuando la sangre corría debajo de sus muñecas, esa sangre fue derramada para cubrir tus pecados, puedes vivir por siempre con Jesús. Tú podrás ver al pequeño bebé en el cielo. Entonces ella me dijo que le gustaría arrodillarse y entregar su vida a Jesús.
Querido amigo, ¿Sientes que hay pecados en tu vida?. ¿Tienes una conciencia culpable sobre cosas que has realizado?. ¿Te sientes condenado?. ¿Sientes que necesitas ahora perdón y misericordia?. Yo te invito a que te entregues ahora, a Jesús.
Tal vez estuviste lejos de Cristo, yo quiero invitarte para que regreses a él, y dejes caer tus pecados a los pies del Señor.
No necesitas sentir un vacío en tu vida. Jesús te ha dado el regalo de una vida eterna y salvación.
Dile a Jesús: Vengo a ti, confesando mis pecados. Quiero ser tuyo. Concédeme ahora mismo el regalo de la salvación y vida eterna; y por la fe yo creo que la tengo. Jesús te va a quitar el peso de la culpabilidad de tus hombros ahora mismo. Nuestro amoroso Señor va a sacar esa carga y lanzarla lejos ahora mismo y te va a dar paz. Amén.


Autor: Mark Finley